Por Teresa Turiera para If…Revista de Innovación
Hiroshi Tasaka es filósofo, ingeniero,profesor en la Universidad Tama (Tokio) y autor de más de 40 libros sobre la gestión del trabajo, estrategias de negocios, la revolución de Internet y los modelos de cambio social. Fue el creador de SophiaBank, una red de think tanks dedicados a asesorar a las empresas en los procesos de innovación.
¿Qué es SophiaBank?
Somos una sociedad prácticamente sin ánimo de lucro, dedicada a proporcionar a las empresas el capital intelectual y las conexiones necesarias para desarrollarse en un entorno de innovación constante. Sophia significa conocimiento tácito, no tangible, sentimiento, imaginación, creatividad… Valores que no pueden expresarse en un texto. Estamos entrando en una nueva era, la de la sociedad del conocimiento. Pero aquí encontramos una paradoja: en la sociedad del conocimiento, el conocimiento perderá valor. Hace 10 años era muy valorada una persona con un gran conocimiento, pero hoy en día con un simple clic accedemos a todo el conocimiento del mundo. Esto es una realidad.
¿Hacia dónde vamos entonces?
Lo importante no es el conocimiento, sino la sabiduría, algo que no puede definirse en un papel.
¿Está cambiando el concepto de lo que entendemos por innovación?
La revolución de la web 2.0 ha creado un nuevo mundo: el de la sabiduría colectiva. Si formulas una pregunta en una comunidad, las respuestas que se obtienen pueden llegar a ser mucho más valiosas que la de un experto. Esto está pasando hoy en día. Antes, la innovación sólo se obtenía de los genios, de las personas capaces de ver más allá de un problema. Hoy, éstos siguen existiendo, pero tenemos que incentivar la sabiduría de las comunidades de personas, en otras palabras, la inteligencia colectiva. Internet es una herramienta perfecta para recopilar y compartir esa sabiduría. Habrá que aprender a gestionar la inteligencia colectiva, y llegar a una nueva definición del concepto de innovación.
¿Están preparadas las empresas para este cambio de chip?
No creo que las empresas estén preparadas para gestionar el conocimiento y la sabiduría de los empleados junto con los de otras empresas. Hay que ir hacia consorcios para compartir el conocimiento y crear nuevos productos y servicios. Hay que permitir a los consumidores, los clientes y los proveedores que intervengan en el proceso de innovación. Esto ya lo predijo Albin Tofler hace 20 años: vamos hacia el prosumer (producer [productor] + consumer [consumidor]). Las compañías deberían ser capaces de crear sus propios ecosistemas para fomentar esta relación. En general, nuestras empresas están todavía ancladas en el sistema antiguo.
¿Qué va a pasar con la entrada en el mercado laboral de nuevas generaciones, con una cultura basada en la satisfacción inmediata y la participación en la toma de decisiones?
No podemos gestionar la cultura. Lo que hay que gestionar es el ego de unos y otros: hay que superar la mentalidad de «no pretendas enseñarme algo nuevo porque tengo muchos años de experiencia en el oficio»; hay que escuchar a la gente joven, aunque todavía no hayan acumulado experiencia o sabiduría. Todo queda en un problema de gestión del ego. La respuesta es convertir a la propia empresa en un ecosistema, plano y abierto, en el que fluya el conocimiento en muchos sentidos, en el que la frontera entre el empleado y el cliente sea difícil de percibir. En un sistema jerárquico, el ego acaba matando las ideas de los demás.
Pero la mayoría de las empresas tienen una estructura jerárquica bien definida. ¿Por dónde empezamos a crear ese ecosistema?
Internet es una herramienta muy útil para empezar a crear espacios de intercambio de ideas. Los blogs, los social networking services, son sistemas de comunicación muy prácticos. Van a sustituir a las intranets, y se convertirán en la nueva palabra clave de las empresas. Yo les recomendaría que empiecen por ahí: blogs atractivos, que llamen a la gente a aportar sus ideas y a contribuir con sus comentarios.
¿En este nuevo contexto, cambiará el concepto de capitalismo, tal como hoy lo conocemos?
El capitalismo se convertirá en capitalismo del conocimiento. Hasta ahora el capitalismo representaba sólo la gestión del dinero. Pero ahora es mucho más importante cómo gestionamos el conocimiento, ya que se trata de un capital que se reproduce por sí solo. Si yo soy experto en algo y lo comparto con otros, estoy aumentando el valor de mi conocimiento, pero yo no dejo de tener ese bien. Además, se creará una buena reputación en torno a mí, y eso es el brand capital o trust capital (capital de marca y de confianza). Así que si llevamos a cabo una buena gestión del capital del conocimiento, irá incrementando exponencialmente, pero no será algo tangible, cuantificable, como el dinero. Tendremos que ser lo suficientemente sabios para valorar esos intangibles. La revolución de la web 2.0 recuperará valores que el capitalismo más puro había dejado atrás, como la personalidad, la humanidad, la simpatía o la compasión.
¿Lo está diciendo en serio?
¡No estoy contando ningún cuento de hadas! Es una realidad. La web 2.0 nos ha traído una economía colectiva. En una comunidad virtual alguien pide consejo y cientos de personas están dispuestas a dárselo, sin pedir nada a cambio. Es algo voluntario, de buena voluntad. ¿Qué tipo de persona será el líder de esa comunidad? Piense en Linus Torvald -el creador de Linux. Es una historia de éxito de una gran comunidad de personas de todo el mundo, que ha acabado haciendo sombra al gigante Microsoft. Creo que en la revolución web 2.0 veremos muchos casos de éxito como éste. Y eso lo deberían entender muy bien las empresas y los profesionales.