¿Qué significa ser líder? Tener un equipo a cargo, llevar el timón, saber decirle a los demás lo que tienen que hacer, dirigir en lugar de hacer, ocupar el lugar de tu jefe…
Para mi liderar empezó mucho antes de que me diera cuenta y en forma natural, luego creció impulsado por mi propio ego y necesidad de sobresalir, competir conmigo misma y mostrarme a los demás…Hoy me estoy dando cuenta por que vengo jugando ese rol hace mucho tiempo, que va de la mano de mi crecimiento personal y que lo comienzo a sentir alineado con mi propósito personal y profesional. Entonces ahora todo tiene un sentido.
Supongo que no fui la única en pasar por la experiencia en el cole de que los compañeros quisieran que integre su grupo para hacer un trabajo, preparar una presentación o estudiar juntos… Luego me di cuenta de que no solo lo viví en la secundaria, sino que también continuó en la facultad. Creí que en su momento que sucedía porque me consideraban inteligente o estudiosa, pero hoy comprendo que el motivo era otro. Me seguían porque me veían organizada y con objetivos claros, y además porque casi sin darme cuenta lograba coordinar al grupo. Instintivamente sabia delegar, transmitir confianza y entusiasmo.
Con la obsesión por hacer las cosas lo mejor posible y aprender en el proceso, además de la pasión que uno pone en su juventud por todo lo que emprende, y otra vez mi competencia interna, decidí sumarme como ayudante de trabajos prácticos en la materia que más me costó en toda mi carrera de grado. La que resultaba filtro porque muchos abandonaban al encontrarse con dificultades para aprobar. Mi objetivo al sumarme al equipo docente era doble, tener que enseñar definitivamente te pone a prueba en cuanto a la comprensión de contenidos, pero adicionalmente creía que la materia podía contener la practica necesaria y la teoría para que los alumnos pudieran comprenderla en su totalidad. Aprobarla fue un proceso de sufrimiento, sacrificio y luchar contra mi autoestima. Otra cosa que había observado fue que no había alumnos que aprobaran con notas altas o bien lo lograban uno o dos en cien. Estaba convencida de que si bien aprender implica dedicación y compromiso no debiera generar sufrimiento. Ya que había pasado por ello y había logrado aprobar, sabia como ayudar a otros para que les costara menos que a mí y obtuvieran mejores resultados. Así fue como durante el año que ejercí como docente en la UBA (de la materia Circuitos Electrónicos I) en la carrera de Ingeniería Electrónica, aplique como metodología revisar dónde la mayoría de los alumnos se equivocaban y resolvía en clase en forma conjunta con ellos los ejercicios que presentaran las mismas dificultades. Además, explicaba en forma mucho más explícita la teoría que se debía aplicar para no caer en los errores típicos, como así también, cómo aplicar criterios para comprobar si se estaba recorriendo el camino hacia resultados correctos o si se estaban desviando. Concluí la experiencia con mucha satisfacción, ya que al final de la cursada ese fue el año con mayor cantidad de alumnos aprobados y notas mas altas.
Nunca me vi como docente y de hecho no estudie pedagogía, solo utilice mi propia experiencia para enseñarle a los demás. Mi objetivo era ayudar, para que los que venía detrás mío tuvieran una mejor experiencia de la que transite para aprobar la materia.
Al finalizar el año renuncié porque comencé a trabajar al mismo tiempo que cursaba el ultimo año de la carrera y ya no me daban los tiempos para actuar como docente en simultaneo.
En el ámbito laboral sin querer y sin pensarlo, comencé a recorrer el mismo camino. Viviendo situaciones donde detecté que podían mejorarse los resultados con pequeños cambios, como aprender a escuchar al Cliente. No asumir, preguntar y corroborar lo entendido. Así fue como pase de ser un técnico a un comercial, proponiendo y liderando procesos que mejoraran la relación con el Cliente y generen soluciones más asertivas. Después de haber vivido un tremendo papelón frente al un Cliente, presentando una solución que no era lo que esperaban. En aquella oportunidad, había confiado en lo que relevaron otros. Aprendí luego a no callarme y a preguntar lo que necesitara saber para analizar y encontrar la mejor solución. No hay preguntas tontas sino tontos que no preguntan… También entendí que aprender duele y que la crisis nos permite evolucionar. Siempre tenemos dos opciones, quedarnos en la victimización y la queja, o atravesar el dolor para salir fortalecidos con lecciones aprendidas. Tomando el segundo camino fue como cambié de rol y empecé a destacarme como comercial.
Mi objetivo interno era llegar a ser gerente y tener un equipo a cargo antes de los 30 años, y por supuesto que mi obstinación hizo que lo lograra…pero también era de esperarse que no estuviera preparada para el reto y que otra vez doliera aprender. Estaba cursando mi MBA por lo cual me estaba nutriendo con información gerencial para tomar decisiones, materias de recursos humanos y de marketing que no fueron parte de mi formación dura como ingeniera. Pero, así como la realidad supera la ficción, la experiencia puede con la teoría como ya había experimentado en la facultad.
En el transcurso de unos meses, luego de que la empresa para la cual trabajara manifestara su conformidad con mis resultados como hunter de nuevos negocios, me promueven asignándome la responsabilidad de armar una nueva unidad de negocios para llegar a las Pymes con soluciones de tecnología. Nuevo mercado, nuevos productos, nuevos procesos para atender un negocio diferente. Rápidamente me encontré reclutando equipo y programando capacitación a la medida para poner todo en marcha, como así también, negociando con operaciones los procesos para atender un volumen diferente del que estábamos acostumbrados con el mercado corporativo. Mucha presión, responsabilidad y gente a cargo para mis 29 años. ¡Primero 12 personas y en pocos meses a más tenia de 30 a cargo! Mi oficina era un cuartel de bomberos y trabajaba entre 10 y 12 horas por día… Hasta que un compañero en operaciones con el que me reuní por un tema puntual me dice, estás haciendo un trabajo espectacular pero tu gente te tiene miedo, ¿te diste cuenta? Otra vez sentí un balde de agua fría, porque realmente no me había advertido, estaba tan ocupada en apagar incendios, cubrir problemas y que todo ser viera perfecto que no estaba escuchando a mi equipo. Y si, el miedo era a equivocarse, no me había dado cuenta de que estaba tan omnipresente que no les estaba dando espacio para proponer cosas distintas. Si bien los acompañaba para mostrarles como hacer el trabajo, tuve que aprender a correrme y darles lugar para que se equivoquen y aprendan de su propia experiencia además de mis consejos. A veces uno puede darse cuenta solo como en los casos anteriores, otras es cuestión de escuchar lo que dicen los demás o estar atentos a las señales en el camino…
El liderazgo es un proceso dinámico y de retroalimentaciones. Cuando tienes gente a cargo asumes una tremenda responsabilidad por estar a la altura de las circunstancias. Adecuarte a tu equipo y guiarlo para desarrollar lo mejor de cada uno de sus miembros es un desafío importante. Seguir aprendiendo y fortaleciéndote como líder pasa a ser una función gerencial imprescindible. Desde hace más de un año otra vez cuento con un equipo de 30 personas a cargo, multicultural y multidisciplinario para servir a un Cliente Global. Y sigo aprendiendo a hacer las cosas cada vez mejor, no solo por el equipo sino para seguir creciendo y adquiriendo nuevas habilidades como líder.
En esta última experiencia estoy logrando consolidación y autonomía por parte del equipo, logrando que se agrupan espontáneamente según necesidad y que trabajan sin mi supervisión para buscar soluciones, pero con mi apoyo. Creando espacios de creatividad e innovación sin censura donde todas las ideas valen y se consensuen. Esta vez trabaje muy a conciencia en generar empatía y transmitir el disfrute por hacer lo correcto donde el resultado es la consecuencia no el objetivo. Nos nutrimos los unos a los otros y podemos apoyarnos cuando las cosas no salen tan bien como quisiéramos. Esta vez estoy aprendiendo a mostrarme vulnerable y a apoyarme en mi equipo cuando lo necesito.
En definitiva, todos somos personas que evolucionamos y vamos aprendiendo en el proceso. Tanto los líderes como los liderados, tenemos ejemplos que tomamos de nuestras experiencias. Me considero afortunada porque tuve muy buenos líderes y profesores a lo largo de mi carrera, que me mostraron el camino y otros no tan buenos que me empujaron a buscar el mío. Ser curioso y el convencimiento de que siempre tenemos algo nuevo para aprender, es lo que trato de contagiar a todos mis colaboradores. Hoy quiero ser ese ejemplo para los demás y ayudar a otras personas a desarrollarse profesional y personalmente. Porque entendí que ello se alinea con mi propósito, independientemente de la industria en que me encuentre trabajando. No creo que sea casualidad que mi actual posición y la empresa para la cual trabajo tengan como principal foco el aprendizaje de adultos y mejorar la performance de los equipos.
Ing. Andrea Consolini
Directora de AC Consulting
www.acconsulting.com.ar